sábado, 10 de maio de 2008

René Descartes - Parte II

Cuarta parte del Discurso

Es un resumen de todo aquello que está en las Meditaciones. En estas notas no están la prueba de existencia de Dios, que aparece también en la cuarta parte del Discurso. Dejo eso para la notas que publicaré acá sobre las Meditaciones, donde la prueba cartesiana de la existencia de Dios está mejor colocada.

Metafísica y filosofía como base de toda la ciencia, por eso la búsqueda de establecer una verdad básica, algo que no sea sujeto a la duda, de donde podemos empezar.

Argumentos de duda:

1- Sentidos (conocimiento sensible): no se pude confiar en eso tipo de conocimiento, pues sabemos que en algunos casos ellos fallan, e no hay pruebas de que en aquellos casos en que pensamos que nuestros sentidos no están confundidos ellos no están de facto. Pero el conocimiento sensible solo nos puede engañar acerca de cualidades secundarias de las cosas, o sea, las cualidades que más evidentemente dependen del individuo que observa. No se pone en duda la existencia de las cosas.

2- Paralogismos: el hombre puede errar en sus raciocinios y en las formas lógicas. Pone en duda el conocimiento intelectual. “Y puesto que hay hombres que yerran al razonar, aun acerca de los más simples asuntos de geometría, y cometen paralogismos, juzgué que yo estaba tan expuesto al error como otro cualquiera, y rechacé como falsas todas las razones que anteriormente había tenido por demostrativas”. 49. (o genio maligno das meditações).

3- Sueño: pone en duda la existencia de las cosas. Puede todo ser un sueño y nada existir. “Y, en fin, considerando que todos los pensamientos que nos vienen estando despiertos pueden también ocurrírsenos durante el sueño, sin que ninguno entonces sea verdadero, resolví fingir que todas las cosas que hasta entonces habían entrado en mi espíritu no eran más verdaderas que las ilusiones de mis sueños”. 49.

Se hace necesario, entonces, buscar un nuevo punto de partida, pues todo lo que había fue puesto en duda por esas tres dificultades apuntadas por Descartes. Hace la formulación del famoso cogito: “yo pienso, luego soy”.

Él, queriendo pensar que todo es falso, solo no podía decir que una de las cosas es falsa, a saber, que él piensa. Esa es la certeza inicial y necesaria; es condición necesaria misma para que se pueda dudar de algo. De eso se sigue que, para que él piense tiene que ser algo.

“Pero advertí luego que, queriendo yo pensar, de esa suerte, que todo es falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa; y observando que esta verdad: yo pienso, luego soy, era tan firme y segura que las más extravagantes suposiciones de los escépticos no son capaces de conmoverla, juzgué que podía recibirla, sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía que andaba buscando”. 50.

De eso, es posible pensar que nosotros somos una “cosa que piensa”; hay un salto metafísico al se decir, como hace Descartes, que él es una “res cogitans”, o sea, una cosa cuya esencia es pensar.

Otra crítica posible, y que muchos pensadores hicieran en el tiempo de Descartes es concerniente a la palabra “luego”, del cogito. “Pienso, luego soy”, segundo ellos no puede ser la primera verdad, se interpretamos la palabra “luego” como una implicación silogística: con la apariencia de implicación lógica tenemos que la primera verdad es “todo lo que piensa existe” y solo después de esa verdad, es que se puede decir la segunda verdad, el cogito.

La respuesta de Descartes es sencilla: reconoce que la formulación del cogito se parece con un silogismo, pero no lo es (no era esa su intención), y lo reformula como “cogito, sum”; “pienso, soy”.

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